Me enamoró tu voz y tu sonrisa,
la cálida inquietud de tu mirada,
tus palabras de magia destilada
y la sorpresa dulce de tu risa.
la cálida inquietud de tu mirada,
tus palabras de magia destilada
y la sorpresa dulce de tu risa.
Pasaste en mi camino con la prisa
del que va sin destino, hacia la nada;
me descubrió tu luz, y, deslumbrada,
me rendí a la frescura de tu brisa.
En la noche recuerdo tu dulzura,
tu silencio terrible y doloroso,
y el olvido, impasible, de tu boca.
El tiempo distanció, con su amargura,
tu cuerpo de mi cuerpo tembloroso.
Y convirtió tu amor en dura roca.