
No sé por qué vine a fijarme en ti.
Me deslumbró la luz de tus palabras
y ese collar de lunas transparentes
que adornaba tu pecho.
Me desnudó la fuerza de tu voz.
Vine hasta ti sin armas
Y en la noche doliente de tu ausencia
me atropelló la sombra de tu risa.
Mi corazón sangró, y en carne viva
te buscó en las llanuras esteparias.
Mi cuerpo te buscó
con ardiente deseo.
Sólo encontró el recuerdo de tu paso
entre los fríos páramos de mármol.
Llegó otra vez la angustia,
la soledad más triste.
Y el silencio.