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viernes, febrero 16, 2007

Infierno


Los pasos que seguimos

sobre la esquina rota de la tarde

nos conducen, sin tregua, al placer inmediato.

Surgen células nuevas,

la coraza del cielo es estremecedora,

larga calada sobre el humo del dedo de la noche.

Nueva inquietud de asombro

dividido,

invertido en un espejo plano,

sacude la cárdena violencia del codiciado abrazo .

Nunca fue la arrogancia mi principal adorno.

Y se sucede el mar, el río de los sueños,

las playas de piedras y tristezas,

llenas de mansedumbres resueltas en el llanto.

Vuelven del brazo triste las penas del momento,

despeinadas y hurañas,

casi desvanecidas en su olvido instantáneo,

vuelven junto a tu nombre,

con la extrañeza a flor de piel,

reclamando su instinto del momento.

Te piden, hombre, entero.

Requieren tu mirada.

Tus labios son dos rayas

que sepultan los últimos vestigios de la vida.

Olvidar no es morir,

se entretejen de tiempo las pasiones prohibidas.

Y esperan, simplemente, la luz de tus palabras.

jueves, febrero 08, 2007

El final




Y estrenaron los ángeles su infierno.

Jugaron por sus calles

arrastrando la voz ensangrentada

de la esperanza muerta.

Calentaron las sombras, y el silencio

reventó en las esquinas

como una flor bordada entre las venas.

Y el cielo que medita ante su lengua húmeda

derrama la gramática traducción submarina.

Aquí el cristal esmera

su sensación dudosa

de seducido abismo.

Aquí duelen las sombras

en la quietud del llanto.

Rojos ojos que escapan

al espanto seguro de la boca encendida.

Porque la luz aguanta,

y la voz se estremece ante el canto nocturno,

y el agua llega al cieno en espasmos dichosos.

El ángel besa, solo, su porción de silencio.