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martes, noviembre 06, 2007

Una dirección


Nadie sabe qué hacer

en este cuerpo de sombras que nos arrastra ante las puertas del invierno.

Con unos ojos que duermen entre las nieblas del corazón

salen a buscarte mis manos temblorosas.

Pero tú te alejas en los vapores tibios de la noche.

Y tu desesperanza parece atarte al mundo.

Negra es la noche negra ante el fuego inquietante de las voces.

Las palabras se pierden en laberintos huecos,

llenos de sombra y miedo.

Casi un grito del mar.

Y el pasado se extingue como una llama muerta

ante el cadáver fresco de la ausencia.

Dices que en situaciones cambian hasta los dientes

y los labios reciben la inyección de la vida.

Pero el dolor no aguanta y recibe sus plumas para volar un día.

No sé por qué parece que en una catacumba se sepultan las horas supremas del hastío.

Volver. Llegar de nuevo.

El alma se destruye con un solo soplido.

Ojalá que tus sueños lleven algo del viento entre sus alas grises.