
No hay nada que distraiga esta creación obsesionante
que viene con tu nombre,
marcada hasta los huesos por una palabra,
rompiéndose en la luz con una tregua mansa de tinieblas.
Me recreo en los libros y elimino la tarde
con cuatro frases hechas
que repito hasta el delirio.
Es un medio eficaz de renovarme:
Acudir al defecto desmedido para encontrar las metas alcanzadas.
Están fríos tus dedos,
la lluvia de la noche te mojó las mejillas,
y dejó dos surcos de lágrimas muy cerca de tus ojos.
Tus labios son de espuma
y repiten, con una fe demasiado inteligente,
que han de marcharse pronto.
El día se deshace en un sueño superlativo ,
destruye su miseria,
su agotable eternidad,
y brota ante la nada la luz confusa de tus ojos.
Somos dos opiniones, simplemente.