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jueves, enero 26, 2006

Incendio



Fulgores como el vidrio
destrenzados de luz agonizante.
Velos de la humedad, palpitantes de vida,
sobre tu piel de seda.
La distancia que fluye de tu cuerpo
es el más diminuto de los mares,
derramándose en sombras hacia el punto
infinito de sed sobre tu boca.
Es el incendio abierto,
devorado de soles sin remedio.
Es el desgarro suave de los labios
sobre la piel quemada de la tierra.
Es el doblado canto de los ojos
en la frente encendida.
Fulgores como manos que se acercan
a la eterna blancura de las nubes,
dibujando el perfil de tu recuerdo
como una manecer pintado entre las llamas.

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